Presento en esta nueva entrada dos obras muy conocidas y profusamente estudiadas de un pintor hoy bastante popular: Manet.
A Édouard Manet (1832-1883) puede considerarse el precursor del movimiento impresionista, sobre el que tuvo gran influencia. Su estilo pictórico, con un trazo limpio, que delimita muy bien superficies y volúmenes lo aproxima al realismo de Courbet, sin embargo la libertad en el uso del color (no siempre muy realista) anticipaba a pintores como Renoir o Monet.
Pesa a su influencia en el movimiento impresionista, no fue un pintor de éxito. Las dos obras que les presento fueron rechazadas del Salón oficial. Los Salones de París fueron acontecimientos anuales organizados por la Academia Francesa entre los años 1748 y 1890. Su objetivo, mostrar a un público internacional el “arte oficial”. La primera obra que les muestro el “Almuerzo sobre la hierba” llegó a exponerse en 1883 en el Salón de los Rechazados, un anexo al oficial que constituyó el lugar de exposición de la vanguardia del momento. ¿Por qué este tratamiento? Observemos la obra.
La pintura muestra lo que aparentemente es una escena social, una comida campestre, protagonizada por dos hombres y una mujer. La mujer, a diferencia de sus dos acompañantes que visten la ropa burguesa de la época, está completamente desnuda y nos mira. No hay ningún pudor en su mirada ni una clara invitación sexual. Nos mira como si nos considerase cómplices de la discusión que plantean o quisiera invitarnos a la misma. La ausencia de cualquier convencionalismo social es manifiesta. También nos mira uno de los personajes masculinos (aunque algo más distante) mientras que el otro, pintado de lado, mantiene la discusión.
Los personajes son reconocibles y el desnudo “injustificado” socialmente. Si a ello sumamos que la obra parece tener su origen en la reinterpretación de un cuadro clásico de Tiziano (anteriormente atribuido a Giorgione) denominado el “Concierto campestre”, podemos imaginarnos la irritación que provocó entre los miembros de la Academia.
Veamos también otros elementos adicionales. Aparece una mujer en el fondo que sale semivestida del riachuelo donde quizás se baña y que no parece guardar relación con la obra. Sus dimensiones son desproporcionadas en relación a la barca que se aprecia a su izquierda.
La luz que baña la figuras es frontal, plana, sin generar volúmenes y se opone a la iluminación de la escena que procede del fondo. La obra da una cierta sensación de planaridad, y sólo el bodegón constituido por la comida que se encuentra en primer plano tiene un tratamiento cuidado y muestra perspectiva. En conjunto el paisaje sugiere más un decorado teatral que una visión realista al aire libre. El color del cuerpo femenino, muy claro, contrasta fuertemente con la ropa de los hombres.
La obra se estructura a partir de triángulos. Un triángulo generado por la cabeza de los tres personajes principales y un segundo triángulo en los que participan las dos figuras del primer plano y dama que aparece al fondo.
La segunda obra, pintada un par de años más tarde, escandalizó aún más. Se trata de “Olimpia”.
Aquí, claramente, se muestra el intento de versionar una obra clásica, también de Tiziano.
La célebre “Venus de Urbino” y el paralelismo existente entre ambas composiciones es muy marcado. Como en la obra de Tiziano, la dama, completamente desnuda, se encuentra recostada en primer plano, apoyada sobre el brazo derecho y tapando el sexo con la mano izquierda. El fondo está dividido en dos, un plano oscuro, más próximo al espectador que permite destacar la mayor parte del cuerpo de la mujer, y un plano mucho más lejano donde, a distintas alturas, se posicionan las domésticas. Pero hay una diferencia fundamental. No se trata de una diosa en la Naturaleza, como la de Giorgione, ni la más humanizada y sugerente que comentaba aquí, de Tiziano. Ni siquiera la dama provocadora que pinta Goya en su «Maja desnuda». Ahora es una prostituta que mira arrogante convencida del poder de su cuerpo. Manet no deja lugar a dudas. El perro, símbolo de la fidelidad, que se encuentra a los pies de la diosa, ha sido sustituido por un gato negro, que simboliza la promiscuidad. La mujer lleva en el pelo una orquídea, de clara alusión sexual al considerarse un afrodisíaco. Las zapatillas de raso dan un toque fetichista y sólo lleva puesta una, la otra se encuentra abandonada sobre la cama lo que era un símbolo de la inocencia perdida. Las mujeres que en la obra de Tiziano aparece en un plano alejado dedicadas aparentemente a labores domésticas han sido sustituidas por una mujer negra que impone su presencia entregándole a Olimpia un ramo de flores, probablemente regalo de un cliente, según era usual en la época una vez concluida la relación.
La obra es bastante plana, sin la profundidad de la de Tiziano y en este sentido similar al «Almuerzo sobre la hierba», posiblemente debido a la fuerte influencia que tuvo sobre la pintura de Manet la estampa japonesa. Luz frontal y plana que no deja sombras en el cuerpo de la mujer. Dibujo riguroso, al modo realista, pero una coloración de la piel que ya no es no sea rosácea ni dorada sino claramente amarilla (uno de los numerosos motivos de crítica en la época). Composición, nuevamente basada en el triángulo, que dirige nuestro modo de visionarla siguiendo la mirada de la doméstica a la cara de Olimpia y de ésta a su sexo oculto (vértice inferior).
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