Heredero del Dadaismo y de su decepción general sobre la sociedad y el arte, entendido como uno de sus subproductos, el surrealismo se repliega sobre el individuo y su propia esencia. Como movimiento en sí mismo, abarcó sólo la década de los años veinte del pasado siglo, entre el Primer Manifiesto Surrealista, publicado por A. Breton (su «gurú») en 1924, y el Segundo Manifiesto publicado por el mismo en 1930 y que cierra el denominado periodo heroico del Surrealismo. Ello no quiere decir que no se prolongase más en el tiempo. Pronto se extendió desde Francia por toda Europa y Japón y, progresivamente, por el resto del mundo. Llegó a sobrepasar el periodo de la Segunda Guerra Mundial e influir en movimientos como el expresionismo abstracto y otras corrientes artísticas posteriores.
Según la definición de Breton el Surrealismo es:
«el automatismo psíquico por el cual nos proponemos experimentar, sea verbalmente, por escrito o de cualquier otra forma, el funcionamiento real del cerebro»
La figuración, en su intento de mostrar la actividad del inconsciente puede estar presente en cualquier expresión artística (pintura, fotografía, escultura, poesía…) y estilo – academicistas o no -, siempre que el dictado del pensamiento se lleve a cabo
«en ausencia de cualquier control ejercido por la razón, ajena a cualquier preocupación estética o moral»
Desde el punto de vista formal emplearon un amplio recurso de técnicas expresivas: collages, decalcomanías, papeles rajados, frotagges, fotogramas, rayogramas… que les permitieron la expresión de ese subconsciente e inconsciente que era la base de la teoría del psicoanálisis de Freud. Esta se centra, en gran media, en la represión sexual y en el enfrentamiento entre la sexualidad propia que se despliega ya en la infancia y las imposiciones de la sociedad. Estos conflictos nos lo muestra el inconsciente a través de los sueños. Onirismo y sexualidad serán claves en la obra de los artistas surrealistas.
En su ponencia «El erotismo en la estética surrealista» Bárbara Barrero León comenta:
«En 1928, los surrealistas comenzaron sus investigaciones sobre sexualidad. Hubo doce reuniones y Breton fue el único que acudió a todas ellas, rodeado por los fieles al surrealismo y en algunas ocasiones se contaba con la presencia de algunas mujeres de los miembros del grupo […] En estas reuniones se trataban temas como la homosexualidad, la masturbación, las posturas sexuales, la excitación, el sexo con múltiples personas, el sexo de pago, los burdeles… y una larga lista que no hace sino reafirmar la importancia que los surrealistas daban al sexo y al erotismo».
La sexualización de la obra se muestra desde lo que podríamos definir como simplemente erótico, como es el caso de las dos imágenes mostradas, ya icónicas, de Man Ray, a un genitalismo «duro» como el del fotógrafo checo Styrsky
Los artistas manifiestan estas expresiones desde su propia sexualidad, en ocasiones compleja. Veamos algunas obras de una de sus figuras más destacadas: Dalí
Un artista en el que domina esta sexualidad dura y genitalista es el fotógrafo Pierre Molinier, vinculado a André Breton. He aquí una muestra de algunos de sus autorretratos:
Otro fotógrafo considerado surrealista fue Josef Breitenbach. Su erotismo recuerda más a Man Ray, y se expresa en una mirada voyeur sobre el sexo femenino:
En otros casos parece latente, dominando el aspecto onírico, como en la obra del artista belga Paul Delvaux
En todos los grandes artistas surrealistas la sexualidad ocupa un lugar notable en sus obras. No he querido seguir citándolos porque la misma se manifiesta de un modo más sutil y menos dramático.
No he nombrado a ninguna mujer surrealista. Y existieron, claro está. Pero lo normal es que los desnudos hayan sido relativamente poco importantes en su obra y, cuando están presentes, no fueron una expresión del deseo. Hoy diríamos que el surrealismo fue en general «machista», objetivando la mujer y convirtiéndola en un objeto de placer masculino. Adicionalmente ésta tuvo el poco atractivo papel de simbolizar la locura y, consiguientemente el inconsciente.
Los artistas que les he mostrado hasta aquí corresponden al periodo clásico o heroico del surrealismo. Mucho más allá del mismo, en el mundo actual tenemos ejemplos de lo que puede ser una suite de este movimiento. Como ejemplo Dmitry Vorsin (nacido en 1980):