Hace tiempo que pienso en una entrada a este blog dedicada al fotógrafo checo Jindrich Styrsky (1898-1942). Intelectual, plenamente integrado en la vanguardia artística de su época y muy en concreto en el movimiento surrealista, sus montajes fotográficos tienen un gran contenido sexual. No se trata de un erotismo más o menos insinuante, sino de sexo activo, directo ¿Pornografía? Nunca me he encontrado cómodo con este término que parece significar distintas cosas según la persona que lo utilice. Me voy al Diccionario de la Real Academia Española:
Pornografía: Carácter obsceno de obras literarias o artísticas
Obsceno: Impúdico, torpe, ofensivo al pudor
Pudor: Honestidad, modestia, recato.
Lo lamento, soy muy torpe y no lo entiendo. Parece ser que, a nivel popular, la pornografía se relaciona con un cierto erotismo o sexualidad directa considerada como no estética, pero, independientemente de tratarse de un concepto muy personal, si llevamos esto al mundo del arte deberíamos tener en cuenta que éste no tiene por qué ser estético (aunque algunos así lo crean). Lo que sí debe ser es reflexivo. El coito, como expresión de la intimidad, como elemento disolutorio en una entidad supra personal o como expresión del elemento creador, no puede estar ajeno al arte.
Recordemos que el surrealismo bebe de las fuentes de la teoría psicoanalítica de Freud que da a la sexualidad (y a la represión de la misma) un carácter protagonista.
El elemento oníroco está siempre presente. La sexualidad como transgresión parece también imponerse en las siguientes obras en las que la pareja se ve observada:
¿No les recuerda esta última obra a los decorados de Dalí, otro gran surrealista, para el film de Hitchock «Recuerda»(«Spellbound»)?.
No hace mucho tiempo pude contemplar esta última obra en una exposición denominada «Cosmos» en el TEA (Tenerife Espacio de las Artes). El acto sexual como generador de las estrellas, del «Cosmos».