Ya he hecho mención, en este blog, del extraordinario artista surrealista belga Paul Delvaux. Sin embargo, René Magritte (Lessines, Bélgica, 1898-1967) es, si no el más importante, si es al menos el más conocido de los pintores surrealistas de ese país. Sin embargo, no toda la obra de este artista podemos incluirla en este movimiento. Aproximadamente hasta 1925, su obra se ve fuertemente influida por otros estilos como el cubismo o el futurismo. Lo vemos en las obras con las que inicio este pequeño catálogo.


Sin embargo, cuando pensamos en Magritte, se nos viene a la cabeza su extraño mundo simbólico en el que cuestiona las formas de percepción y el uso del lenguaje. La iluminación nocturna y diurna, simultaneadas, y el trampantojo generado por la superposición de la realidad y la representación de la misma. Un mundo onírico basado en la incongruencia de unos elementos que no tienen cabida en el mundo real pero que podemos apreciar como coherentes en un sueño. Estos hechos se aprecian menos en los desnudos que les quiero mostrar pero siempre están presentes. El cambio hacia este nuevo estilo surgió en esos años veinte, cuando conoció la obra de Giorgio de Chirico. Ya, a finales de la década, entró en contacto en París con los surrealistas franceses, con su «gran jefe» Bréton, y con los españoles Dalí, Miró y Arp.




El estilo de la última etapa de Magritte se ha denominado, en algunos casos, «realismo mágico», aunque me parece éste un término muy confuso. En cualquier caso, apreciamos una obra dotada de una extraordinaria personalidad, absolutamente inconfundible.

