
John Currin y su hijo
Discutir la obra de John Currin (Boulder, USA, 1962) no es fácil pues es uno de los pintores más controvertidos del momento. Algunos críticos hablan de su fino humor e ironía postmoderna -y su obra se encuentra en algunos de los grandes museos americanos -mientras que otros los consideran un artesano sin ninguna categoría pictórica. No soy quien para entrar en esta polémica. Sus desnudos femeninos muestran proporciones alteradas y formas distorsionadas. No se puede dudar la influencia de los artistas renacentistas como Botticelli y más aún de Lucas Cranach, pero también del caricaturista americano David Levine del que era un gran admirador. En unas declaraciones suyas decía:
David Levine murió recientemente y había reproducciones de su obra en mi casa por todas partes. Tenía una verdadera cita suya de 1930: «Mi trabajo es sobre la condición del hombre.» Yo nunca podría decir algo como eso. Creo que mi trabajo es una fantasía de la felicidad y la belleza y la armonía.
Pero también indica, aunque no puedo referenciar exactamente la frase: «La estupidez es un buen tema para mi pintura»
Pienso que bajo esa aparente ingenuidad se muestra irónicamente algo perverso. Existen alusiones sexuales en muchísimas de sus trabajos y, en ocasiones, el sexo queda fuertemente explicitado en obras que, formalmente, pueden considerarse como pornográficas.
En la entrevista citada anteriormente, John Currin declara:
“Siempre me encuentro en la posición de David Sánchez, guitarrista de Spinal Tap. La gente le dice “¿Usted piensa que es sexista? Y les contesta ¿Qué hay de malo en lo sexy?. Obviamente soy en efecto bastante machista, no sé si intencionalmente, pero es así y supongo que soy de esa manera. No digo que sea bueno, pero no es controlable. Si me niego a aceptar eso debería también hacer lo mismo con un montón de cosas. Si me preocupase demasiado por las imágenes sexistas no tendría ninguna otra fuente de energía.”
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