Sam Jinks (Melbourne, Australia, 1973) muestra en el conjunto de su obra escultórica la vulnerabilidad del ser humano representado en todas las etapas de la vida. Una obra realmente impactante, creada con silicona, fibra de vidrio, resina, carbonato cálcico y pelo humano, que parece rodeada de tristeza.
Los bebés no muestran este dramatismo pero su alejamiento de cualquier referencia externa o la presencia de animales considerados comúnmente como repulsivos parecen acentuar su aislamiento e indefensión.
Las máscaras animales o mejor el “morphing” de las siguientes obras parece jugar un papel opuesto, y el rostro animal parece curiosamente reforzar la humanidad-debilidad de los personajes