Egon Schiele (Austria, 1890-1918) es el representante más destacado del movimiento expresionista austriaco.
En un momento en el que la representación del cuerpo humano se desvanece ante la pujanza de la ornamentación modernista, del colorido violento del fovismo y las primeras formas de abstracción (algunas de ellas derivadas del propio movimiento expresionista), Schiele centra la gran mayoría de su producción en el retrato, generando en su corta vida, un número muy destacado de obras extraordinariamente expresivas y personales. Son numerosos los desnudos tanto masculinos como femeninos. Entre los primeros destacan los realizados en la década de 1910 al actor de mimo austriaco Domenik Osen y, especialmente, los autorretratos que realizó a lo largo de su vida y de los que mostraré aquí algunos ejemplos. Dedicaré una próxima entrada a sus desnudos femeninos.
Aunque modernismo y expresionismo parecen beber de fuentes diferentes, todos los movimientos artísticos se influencian mutuamente. La obra de Schiele tiene fuertes influencias en su maestro Klimt. El gusto por estructuras muy verticales, cuerpos delgados con formas muy delimitadas por el dibujo y escasa volumetría, son tanto características de Klimt como de Schiele. En este último las líneas envolventes están más fragmentadas y los fondos ornamentales de Klimt desaparecen de un modo radical. La figura surge de un fondo uniforme de tonos amarillos y, en ocasiones se ve resaltada por una envolvente blanca.
No hay mucho cromatismo en la obra. Predominan los colores ocre-naranja, algún verde. La obra se estructura alrededor del dibujo. Los cuerpos adoptan muchas veces posiciones inverosímiles pero no se retuercen sino que generan ángulos marcados.
Contrariamente a los usos fotográficos observamos que, frecuentemente, las piernas sólo se muestran hasta la rodilla, como máximo. La expresión de los ojos es muy notable mostrando en unos casos ausencia y en otros verdadera locura. No tiene ningún reparo en la representación de los genitales, lo que parece ser que causó algún escándalo en la sociedad puritana austriaca de la época.
Schiele era un erotómano, y lo apreciaremos en sus retratos femeninos, pero no parece existir ninguna autocomplacencia sexual en su propia imagen. Como excepción ésta, con un estilo bastante diferente del que he indicado y donde en lugar de autocomplacencia yo diría deseo de escandalizar, cosa que parece ser que le complacía.
Reblogueó esto en Pan y cartulinay comentado:
Cualquier muestra se queda pequeña, pero buen artículo, a la usanza de los que nos suele regalar migueldesnudo.
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