Continua aquí mostrando brevemente la obra de Egon Schiele de la que había comentado algunos de sus autorretratos. Técnicamente, creo que son válidas las mismas observaciones que había indicado al comentar sus autorretratos cuando nos referimos a los desnudos femeninos.
Los colores cálidos y poco contrastados sobre un fondo monocromático desnudo parecen aislar sus figuras al tiempo que nos obliga a dirigir nuestra mirada hacia las mismas. La línea que estructura las obras suele ser más limpia y continua que la que usa en los autorretratos. Hay una fuerte carga erótica en las obras, pero un erotismo triste. Muchas de sus figuras, cuando nos miran, parecen no vernos. Pese al uso de elementos fetichistas en la indumentaria, como las medias negras, parece que no intentan atraer al observador y hablan más de una sexualidad autosafisfecha.
Schiele era un enamorado de la mujer y la representa de un modo íntimo, más allá del desnudo que en ocasiones destaca el sexo de un modo muy notorio. Jordi Machi en su blog The Lighting Mind titula una entrada dedicada a este autor como “El hombre que amaba a las vaginas”. También quisiera destacar el artículo de Carlos Olalla “Egon Schiele: El erotismo de la melancolía…” en su blog La Placenta del Universo. Creo que, en conjunto describen muy bien esta faceta de la pintura de Schiele. Yo no puedo aportar nada que me parezca mejor
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