Desde el contexto de la reflexión artística del desnudo, la figura de Carol Spíndola (México, 1882)) se nos revela como una de las creadoras femeninas y feministas más destacadas del momento. Contrariamente a Mary Ellen Croteau que intercambiaba las identidades masculinas y femeninas en los desnudos artísticos, Spíndola nos muestra siempre su propio cuerpo desnudo ya sea remplazando a otros desnudos femeninos clásicos, como integrado en el paisaje, o bien en un discurso anatómico-evolutivo cuyo centro de atención lo resume en la portada de su página web:
«El origen de la mujer
O de cómo desde la Antigüedad el cuerpo femenino ha ocupado un lugar fundamental en las razones justificadoras del sistema patriarcal de la supuesta inferioridad de las mujeres«.
Pese al comentario anterior, no vemos en esta artista ese «accionismo» de Kiki Smith o de Ana Mendieta. Tampoco una confrontación más o menos dialéctica entre sexos como en Eunice Golden o Joan Semmel. Ninguna sexualización. El cuerpo está ahí, embajador de la identidad personal. A nosotros nos toca reflexionar sobre el mismo.


















