Cuando nos aproximamos por primera vez a la obra de Isabel Villar (Salamanca, España, 1934) nos viene inmediatamente a la cabeza el calificativo de «naif». La artista lo rechaza – posiblemente con razón – porque fuera de los elementos formales que la constituyen, la obra es mucho menos ingenua de lo que aparenta. Pero es cierto que resulta imposible no pensar en los cuadros de Rousseau. En una entrevista para la revista Triunfo Digital, Villar dice:

«Esto de Rousseau me lo ha dicho mucha gente. Pero creo que esta influencia es sólo aparente. O sea, que es más el tema que luego la realidad de los cuadros. Tal vez yo tengo un mundo, esto que hago de familias, de decorar fotos antiguas, un poco de la época de Rousseau, y además, con animales»

Un discurso feminista se encuentra siempre en la base de esas niñas y mujeres que suelen emplazarse en espacios idílicos y disfrutan de su propia femineidad. Isabel Villar ha mantenido siempre un tono reivindicativo, tanto en su expresión artística ajena a las modas, como en su condición de mujer-artista. Un magnífico artículo de Yadira de Armas Rodríguez en Woman Art House glosa la vida y obra de esta excepcional artista.