La numerosa obra de James Gleeson (Hornsby, Nueva Gales del Sur, Australia, 1915-2008) nos pone de manifiesto que el movimiento surrealista no fue sólo un fenómeno europeo, con proyección americana, sino que alcanzó un lugar tan alejado del epicentro, como Australia. James Gleeson bebe de la pintura de Max Ernst o Dalí y de la filosofía psicoanalítica de Freud y Jung. Sus figuras se integran dentro de unos paisajes de ensueño que adoptan formas de moluscos, crustáceos o plantas, y evocan los mundos dibujados en las revistas de ciencia ficción. Emplea para estos fondos la técnica surrealista de la decalcomanía, creada por Óscar Domínguez. El homoerotismo de sus composiciones refleja la homosexualidad del artista. El estereotipo masculino utilizado me recuerda a los hombres untados en aceite y muy musculados que pintó, en los años 40, Quaintance.
La «Art Gallery of New South Wales» nos muestra una extraordinaria colección de sus dibujos (más de 500 obras), con una mayor diversidad temática. Aquí les muestro algunos ejemplos.
James Gleeson fue galardonado, en 1990, con el el «O.A.» (Oficial de la Orden de Australia) por sus servicios al arte.