El pasado año, gracias al Museo Yves Saint Laurent de Marrakech, tuvimos ocasión de conocer una muestra de la obra de Jacques Azéma (París, Francia, 1910-1979), un pintor casi olvidado que se mantuvo toda su vida ligado a Marruecos, desarrollado su actividad en Casablanca y, fundamentalmente, en Marrakech. Creador de una obra luminosa y sensual, con elementos oníricos y eróticos, en la que se aprecian influencias de De Chirico, pero que se muestra siempre como muy original.
François Croissy en un artículo para ARTCRITIQUE comentó:
«Su pintura se caracteriza por una gran sensualidad. A menudo se trata de gouaches, lo que explica su grano muy particular y su asombrosa gama cromática, muy suave.»
En el artículo se destaca igualmente su gran importancia como docente e impulsor de una escuela artística marroquí.









