El nacimiento de la fotografía en las décadas de 1829 y 1830 estuvo ligado al mundo científico y desde el mismo se fue popularizando para generar todo tipo de retratos. Pero esta obra no era considerada como arte. Cuando el mundo artístico empezó a tener en cuenta esta «técnica» lo hizo inicialmente como un método auxiliar que permitía tener modelos fáciles para los trabajos pictóricos de estudio. Cuando la fotografía se empezó a tomar en serio, como arte, no intentó captar directamente una fría «realidad» sino que intentó incorporar todos los elementos creativos de la pintura. Surge de este modo, entre finales de 1880 y la Primera Guerra Mundial, un movimiento denominado «pictorialismo» que luchaba contra la banalización de la imagen y centraba su interés, más en el espíritu creativo del autor, que en la supuesta objetividad de la fotografía. El esquema romántico del momento se ve muy presente en estos artistas, que utilizan para reforzarlo técnicas como los difuminados, ambientes oscuros y situaciones atmosféricas, que parecen propiciar situaciones dramáticas.
Uno de los últimos artistas clásicos del periodo comentado, fue William Mortensen (Park City, Utah, USA,1867-1965), muy popular en los años 20 y 30 del pasado siglo, pero luego olvidado por la presión de destacados colegas que «sacralizaron» la objetividad fotográfica. Mortensen retrató muchas figuras cinematográficas del momento pero también observamos su interés por lo fantástico, por un mundo misterioso con brujas o grandes monstruos.












