Neoclasicismo en el sentido de una vuelta al mundo clásico reinterpretado a través del manierismo renacentista. Elementos surrealistas. Luces que recuerdan a los pintores románticos. Tristeza siempre, en un pintor que no parece satisfecho de la condición humana. Personalmente, no sé si me gusta, pero ello no es óbice para apreciar la calidad de la obra de Adam Miller (Oregon, USA, 1979) un artista que se siente admirador tanto del manierismo de Miguel Angel y del colorismo de Tiépolo, como de las forma distorsionadas de John Currin o del mundo sombrío de Odd Nerdrum. Podemos leer una entrevista con Miller en este enlace.
En un gran artículo del blog del Hurgador se cita un fragmento de un comentario del artista, del que entresaco estas líneas:
«Mis pinturas tienden a ser momentos de gran drama y conflicto. Para realizar este conflicto visualmente, me pareció muy importante desarrollar una relación con mi modelo […]La pintura es una realidad artificial que en el mundo real se desarrolla en el tiempo. La pintura, debe contar su historia en una imagen.»














