Han sido unas vacaciones veraniegas algo extrañas pues no he podido compartirlas con mi mujer, que ha tenido que trabajar durante el mes de agosto. Finalmente hemos podido tomar juntos tres días que acabamos de pasar en el Parador Nacional de las Cañadas del Teide (Tenerife), un enclave mágico desde el que se puede practicar senderismo por rutas de inigualable belleza geológica.

En la habitación 114 del Parador Nacional del Teide
Ya habíamos practicado algunas de las rutas centradas en las Cañadas, algunas de las cuales había reseñado en este blog: Nudismo en las Cañadas del Teide I y II. Debo reconocer que ahora, pese a las imágenes de desnudos que ilustran este relato, los trayectos fueron eminentemente textiles. El motivo para ello fue el temor a la radiación UV extrema en trayectos de larga duración. El primero, de hecho, nos ocupó más de seis horas: Descendimos con el coche al pueblo de Vilaflor de donde surge la ruta que nos llevó a un paraje denominado «El paisaje lunar», aproximadamente a unos 1970 metros sobre el nivel del mar y a una cota de unos 600 metros sobre el pueblo. El lugar es muy bonito y fotos mucho mejores que ésta
pueden encontrarlas en Internet, pero el paseo nos resultó extraordinariamente duro.
El trayecto de ayer resultó mucho más agradable. Tomamos el sendero nº 13, un circular, situado en el extremo noroccidental del Parque Nacional, junto a la montaña de Samara. De lo alto e la misma son estas fotos:
La Montaña de Samara fue el principio de un maravilloso recorrido que, una vez sobrepasada la zona de los pinares nos mostró coladas volcánicas de formas y colores increíbles en extraños paisajes desérticos.
Aquí el desnudo es mineral, no orgánico. La desnudez absoluta de la piedra bajo un cielo implacable.
De vuelta en casa. Mañana tengo que reincorporarme al trabajo de la Universidad. Se acabaron las vacaciones.