La obra del artista puertorriqueño Alfonso Arana (Nueva York, 1927-2005) es fruto de una interculturalidad de la que participa un padre mexicano, una madre puerorriqueña, una educación neoyorquina y una amplia actividad profesional en Francia. Con mucho más clasicismo que el exotismo esperado para el Caribe, su pintura muestra unas figuras cuidadas en las que predominan la línea y los tonos blanquecinos.
También fue autor de varias piezas escultóricas.