Con Francis Bacon (Dublín 1909-1992) se cierra la línea expresionista que iniciamos con Stanley Spencer y seguimos con Lucien Freud. Su estilo, extremadamente personal, no puede integrarse plenamente dentro del expresionismo, pero huyendo tanto del realismo pictórico como de las corrientes de abstracción genera unas imágenes corporales «límites» que parecen no haber tenido continuidad con otros pintores y nos trasmiten sensaciones inquietantes.
Las imágenes corporales se retuercen alrededor de distintos ejes, los rostros se disuelven y el cuerpo se vuelve carne en un sentido material, carne de carnicería. El hombre parece fusionarse con el animal y mostrar su fragilidad.
Sus obras suelen tener un gran formato y, con frecuencia recurre al tríptico. En el siguiente, «Tres figuras en una habitación», la figura de la izquierda ¿no les recuerda al retrato de Leigh Bowery sentado de espaldas de su amigo Lucien Freud?
El cuerpo siempre es el centro de atención y los fondos son tratados de un modo muy esquemático, reducidos al mínimo. En algunos casos estos fondos oscuros y con rayas verticales pareces aprisionar las figuras impidiéndoles escapar.
Su amigo y amante George Dyer sirvió como modelo para la mayoría de sus obras, en las que el desnudo masculino es dominante. Sin embargo también existen retratos femeninos con un tratamiento pictórico similar a los vistos anteriormente.
En algunas obras parece no quedar nada de humanidad. Sólo un grito de la carne, una carne tan elemental que no distingue sexos.
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