Observo fascinado la página web de Rafael Navarro y me surgen toda clase de dudas ante las obras que debo utilizar aquí para ilustrar a este magnífico fotógrafo. Y eso que el desnudo es sólo una parte de su producción artística. El artista, nacido en Zaragoza en 1940, indica en su página que la fotografía es “Un medio que me permite crear objetos que contengan valores sutiles inteligibles para otros“, y pienso que, ciertamente, la sutilidad y la inteligencia son dos puntos centrales en su producción. Sus imágenes corporales nunca son duras o agresivas y los elementos ausentes juegan en ocasiones un papel tan importante con los presentes.
Así lo podemos ver en la serie Parejas, en la que la figura masculina llega a estar insinuada sólo por la presencia de una almohada “de más”
En la serie “El despertar” orgánico e inorgánico se fusionan en una mímesis profunda.
En una entrevista efectuada por el periodista Antón Castro, y de la que también forman parte las declaraciones anteriores, podemos leer:
¿Tiene claro el fotógrafo lo que quiere contar?
Si el fotógrafo soy yo sí y no. Lo que mas me interesa de usar un lenguaje plástico es que me permite comunicar sin necesidad de concretar. Puedo sugerir mas que decir. Y esa aparente ambigüedad es la que me permite dejar que el lector de las imágenes tenga que penetrar en las mismas si quiere llegar a buen puerto en su apreciación. Hay quien se queda en una lectura superficial y se limita a pensar que son hermosas. Hay quienes buscan más códigos de lectura. Y esos son los que más me interesan y para los que trabajo.
Este lenguaje sugerente permite al fotógrafo obras de un refinado erotismo, como las mostradas de la serie “Tientos”.
El tratamiento general del cuerpo podemos apreciarlo, por ejemplo, en sus series “Formas corporales” y “Ellas”, aquiriendo agunas obras de esta última serie, un elevado grado de abstracción.
Y, en ocasiones, el movimiento protagoniza la obra