Pablo Picasso y Henri Matisse son, posiblemente, los artistas más destacados e influyentes de todo el siglo XX. Trabajadores, experimentadores, abiertos a la innovación en todos los ámbitos. Dificilmente podemos encuadrarlos en un único estilo artístico, aunque, en el caso de Matisse la mayoría de su obra podría considerarse dentro del Fovismo. El nombre de «fauves» (fieras) se lo puso un crítico irónico ante el colorido agresivo de las obras de un conjunto de pintores que se mostraban en el Salón de Otoño de 1905. No forman un grupo muy coherente con unas reglas claras y, además,como movimiento tuvo una vida breve.
La característica más destacada del fauvismo es el color. Color intenso, poco matizado, violento, aplicado en zonas amplias y con una doble finalidad, transmitir un sentimiento (lo que caracterizará algo más tarde al expresionismo) y configurar el espacio. Intentaré aclarar esto último.
La pintura tiende a volverse bidimensional, como su soporte. Se rompe con los elementos clásicos de la perspectiva. En este esquema el color puede aportar, por ejemplo, una ilusión de espacio basándonos en las diferencias en la percepción del mismo. Así si disponemos de dos figuras situadas hipotéticamente en el mismo plano, una azul y otra roja, percibiremos la roja como más próxima. Este esquema se puede también usar, tanto para crear una sensación de profundidad como para anularla intencionadamente, comprimiendo y aplanando el espacio.
En la obra de Matisse «El Lujo II» (existe otro obra previa prácticamente idéntica pero con otros colores) podemos apreciar estos efectos siguiendo las pautas de Rudolf Arnheim en su libro «Arte y percepción visual» del que entresaco algunas frases:
» …tres mujeres en un paisaje. Dos de las figuras están en primer término, la tercera más al fondo. Un ligero traslapo une las figuras frontales y define también su relación espacial. La tercera es más pequeña, pero para amortiguar la diferencia de profundidad no está afectada por ningún traslapo. Su coloración idéntica también tiende a situar a las tres mujeres en el mismo plano».
«La simetría (cromática) sirve para contrarrestar la profundidad del paisaje creada por las superposiciones de forma. Los dos blancos situados en los extremos del alcance total del espacio, tienden a colocarse en el mismo plano, y con ello a comprimir el ámbito tridimensional. Las zonas anaranjadas hacen otro tanto. Las tres figuras amarillas traslapan el paisaje entero y se sitúan delante de él…»
Como no tengo derecho a citar esta obra en demasía lo dejo ahí, sugiriendo la lectura atenta de la misma. Vale la pena.
A una gran importancia del color parece unirse una cierta tendencia a restar importancia a la forma. La línea se vuelve muy reducida y las figuras apenas silueteadas.
Lo vemos bien es estas tres extraordinarias obras, absolutamente clásicas. En «La danza», la más conocida de las tres, el dinamismo generado por las formas crea un espacio «real» pese a la ausencia de un modelado volumétrico de los cuerpos así como de cualquier elemento de perspectiva. El color ocre de las figuras contrasta fuertemente con el fondo azul-verde, complementarios, aislándolas del mismo y generando un espacio propio.
Otra característica de la obra de Matisse es su afición a una gran ornamentación, muchas veces orientalista, que es tratada con un detalle muy superior a los cuerpos humanos que, de algún modo se vuelven vacíos.
Este efecto es notable también en sus dibujos, como en «El pintor y la modelo».
En 1941, inmovilizado por la enfermedad que le impedía pintarutilizó papel satinado para recortar figuras que pegaba posteriormente sobre otro en blanco como esta «Zulma»
o las maravillosas obras conocidas como los «Desnudos en azul»
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