Uno de los fotógrafos más destacados y polémicos del siglo XX fue, sin duda, Robert Mapplethorpe (Boston, 1946-1989). Su corta vida nos dejó un amplio legado de fotografías en las que el tema central es el cuerpo humano, especialmente masculino, total o parcialmente desnudo. Su dominio de la técnica es indiscutible, haciendo un uso magistral de un claroscuro suavizado, que permite apreciar los amplios matices de su gama de grises y las texturas.
En mi opinión, toda su obra respira una fuerte tensión contenida. Observemos, por ejemplo esta obra que es un homenaje al «Desnudo masculino sentado al borde del mar» de Flandrin.
No veo en la misma esa serenidad ni introspección que parece querer comunicarnos el pintor francés. Me sugiere más a una fiera agazapada esperando el momento de lanzarse sobre su presa. Y, sin embargo, los elementos compositivos son muy similares.
Esta tensión se respira en muchas obras en las que se presentan fragmentos corporarales.
Y, lógicamente mucho más en aquella que tiene un carácter sexual mucho más explícito.
Mapplethorpe era homosexual. Aunque la sexualidad de los artistas no suele influir en su producción, manteniéndose la misma en el ámbito privado, Mapplethorpe hace un uso público y combativo de la misma. Frecuentaba un mundo marginal de Nueva York del que también formaba parte el líder del Pop Andy Warhol. Algunos de sus modelos eran actores porno y muchas obras muestran escenas de sexo explícito y sadomasoquismo pudiendo clasificarse como pornográficas. Ello ha dificultado mucho su exhibición pública, pese a su indiscutida calidad.
Estas dos últimas obras no creo que puedan considerarse pornográficas pero pueden ilustrar un poco esa asimilación en su obra de sexo y violencia y la idea que expresaba anteriormente de una gran tensión transmitida por todas las obras de este fotógrafo.
El desnudo femenino tiene menos protagonismo aunque puede generar imágenes de gran belleza como ésta:
No es fácil poner etiquetas a un fotógrafo de la categoría de Robert Mapplethorpe. Sus imágenes, no siempre cómodas, tienen un toque fascinador.
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