Misha Gordin es un extraordinario fotógrafo que nació en Rusia en 1946, aunque desde 1974 desarrolla su labor en los Estados Unidos. Su obra, íntegramente en blanco y negro, se inscribe dentro de la denominada fotografía conceptual.
“El conceptualismo fotográfico en su definición más simple, es la representación de una idea a través de la imagen fija y esta función confiere a esta práctica, un carácter narrativo ineludible que la distingue opuestamente de la simplicidad sensitiva de lo abstracto.
Para realizar una fotografía conceptual, es requisito indispensable planear con antelación una idea, aunque no es excluyente la posibilidad de descubrir en los elementos que se encuentran ante nuestra lente, una significación probable que captada en el ángulo correcto o mediante la manipulación necesaria, nos lleve a la concreción del concepto. (Fotografía conceptual -Ricardo Ávila Ponce)”.
El propio fotógrafo comenta:
“¿Apunto con mi cámara hacia arriba, hacia el mundo existente, o la dirijo hacia mi alma? ¿Fotografío la realidad existente o creo mi propio mundo, igualmente real, aunque no existente? El resultado de estos dos enfoques es diferente y, en mi opinión, conceptual.”
E igualmente:
“Un débil concepto, perfectamente ejecutado, crea todavía una mala fotografía. Sin embargo el ingrediente más importante para tener una imagen poderosa es el concepto. La mezcla del talento para crear el concepto y la habilidad para ejecutarlo son los dos bloques fundamentales para crear una fotografía conceptual convincente”
La obra de Gordin tiene un fuerte carácter metafísico y nos puede hacer recordar algunos cuadros de De Chirico.
Los paisajes, cuando existen son elementales, surrealistas al estilo de los pintados por Dalí, llanos y con horizontes lejanos e iluminados. La iluminación de las figuras no procede del cielo, siempre negro. De algún modo los personajes se encuentran abandonados a sí mismos. Sus cuerpos no están necesariamente desnudos, pero cuando se cubren, los tejidos informales parecen formar parte de la piel sin pretensión de ocultarla. Las caras casi siempre están ausentes no como despersonalización sino para impedir de algún modo una salida al exterior reforzando la introspección. Introspección formulada de un modo individual o colectivo.