Quiero hacer mía esta afirmación de Mario de Micheli, mostrada en su gran libro «Las vanguardias artísticas del siglo XX» (Alianza, 1979): «El expresionismo es, sin duda un arte de oposición«.
El expresionismo no es sólo un movimiento que afectó a las bellas artes, sino también al cine, a la danza y a la literatura. Abarcó muchos países, pero se centró en Alemania. A finales del siglo XIX Guillermo II, emperador alemán, alcanzó el trono y reinó en una sociedad fuertemente conservadora, ajena completamente a los movimientos sociales obreros y a una miseria que abarcaba a amplios sectores de la población. Pese a ello se interesó fundamentalmente en un militarismo que acabaría propiciando la Primera Guerra Mundial. Ante ello un sector del mundo artístico llevará a cabo una lucha activa «capaz de poner lo grotesco y lo caricaturesco al servicio de una mayor evidencia acusadora» (Micheli).
Esta lucha contra la falsa moral, el conservadurismo y la moral burguesa, se nos muestra con un estilo bastante reconocible. Desde el punto de vista artístico (en el sentido formal del término) vamos a observar una simplificación de la forma que muchas veces tiende a reducirse al plano, el uso de técnicas de grabado «duras» como la xilografía, los colores no naturales y violentos al modo de los fauvistas. No importa que la obra sea una caricatura; se pretende transmitir una sensación y un sentimiento. El carácter personalista del artista se ve incrementado y en su temática abundan temas como el hambre, los obreros, las prostitutas, la miseria…
El artista expresionista rechaza frontalmente el impresionismo al que considera mudo e insensible.
Kasimir Edschmidt (citado por Micheli, pg. 86 y sig.) nos pone de manifiesto un cierto carácter simbólico en el movimiento:
«El mundo ya no existe; no tiene ningún sentido hacer una réplica de él»
«Todo se relaciona con lo eterno. El enfermo ya no es sólo un individuo que sufre, sino que se convierte en la enfermedad»
«Una prostituta ya no se representa arreglada y maquillada como su oficio requiere: aparecerá sin perfumes ni colorete, sin bolsos ni piernas, pero la naturaleza de su carácter deberá resaltar tan viva en la sencillez de la forma que aparezca como saturada de todos los vicios, las pasiones, las bajezas y las tragedias de las que están hechos su corazón y su oficio»
Los principales artistas expresionistas alemanes, en el periodo previo a la Primera Guerra Mundial, fueron Nolde, Klee y Grosz.
El primer grupo de expresionistas organizado se le denominó «Die Brücke» (El puente), pues pretendió un acercamiento entre los distintos grupos revolucionarios. Se mantuvo entre 1905 y 1913. Al mismo formaron parte numerosos artistas ya citados en este blog: Kirchner, Heckell, Nolde, Pechtein, Otto Müller y Van Dongen. Cuando se disolvió el grupo en el año 1913, surgió «Der Blaue Reiter» (El jinete azul), fundado por Kandinsky y Franz Marc, que se apartan en gran medida del «barbarismo» del grupo El Puente, adoptando actitudes más refinadas, aristocráticas y, ocasionalmente, místicas. El componente social se difumina y sólo aparece un intento de captar la esencia espiritual de la realidad.







