Les presento a un pintor «original». La obra de Henri Rousseau (Laval, Francia, 1844-1910) es verdaderamente personal. Se le considera el creador de un estilo al que se denominó naíf (ingenuo), haciendo alusión a ese esquema de figuras simplificadas, casi caricaturescas, con vivos colores, que pueden recordar a pinturas infantiles. Sin embargo, hay poca ingenuidad en la obra de este artista, que nos muestra sus figuras ante una naturaleza exuberante poblada de animales salvajes. Estas figuras no siempre se integran en el paisaje y, en muchos casos se superponen artificiosamente al mismo para dar lugar a lo que el artista denomina retrato-paisaje. Posiblemente, su obra más característa, y en la que se destacan todos estos elementos, es la siguiente:
Una frontalidad que me recuerda a ese arte egipcio clásico, más simbólico que pictórico. Una extraña luz ilumina el primer plano, fundamentalmente la figura femenina, y no procede del cielo nocturno (?). Bastantes años más tarde, René Magritte nos mostrará esas combinaciones inquietantes tierra-cielo. La obra de Rousseau, un autodidacta completamente ajeno a la tradición académica, fueron muy bien acogidas y coleccionados por artistas como Gauguin, Seurat, Matisse o Picasso, entre otros.
No son muy abundantes sus desnudos, pero aquí tenemos otros ejemplos:
En esta última obra los desnudos son muy circunstanciales pero, ¿hay algo menos ingenuo que esta visión tan poco heroica de la guerra?