En una entrada previa, he comentado la actividad del pintor Julius Paulsen, integrado en el grupo realista conocido como «pintores de Stagen». A este grupo perteneció Marie Triepcke Kroyer (Frederiksberg, Dinamarca, 1867-1940), injustamente relegada al ser la esposa del pintor Peder Severin Kroyer, una de las figuras más relevantes del grupo. Aunque su obra se vendió regularmente, vivió esa discriminación femenina a la que intentó combatir creando una escuela de mujeres con la pretensión de integrar las mismas en el mundo artístico. Pese a ello no era muy optimista y escribió:
«…A veces creo que todo el esfuerzo es en vano, tenemos demasiado que superar…qué sentido tiene realmente que yo pinte, nunca, nunca alcanzaré nada realmente grande… Quiero creer en nuestra causa, a pesar de que a veces sea terriblemente difícil…«
De algún modo se dio por derrotada y abandonó la pintura para dedicarse a la decoración de interiores y mobiliario.
Me parece justo citarla en este blog, de un modo independiente y con anterioridad, a la figura del que fue su primer marido. Su obra lo merece.










