No resulta todavía demasiado habitual el tratamiento del desnudo por parte de una mujer por muchos motivos. La mujer se empieza a emplazar en el espacio artístico a finales del siglo XIX, pero no tuvo, en esa época, acceso a las academias, por lo que si observamos desnudos realizados por las mismas, éstos eran casi siempre femeninos. A partir de los 50 o 60 del pasado siglo, la revolución sexual y el segundo movimiento feminista permitió a la mujer una representación libre del desnudo masculino, pero éste tuvo entonces un fuerte carácter sexual, como objeto de dominación o como elemento en el que se posa la mirada sexual femenina. La joven artista Xinyi Cheng (Wuhan, China, 1989) crea un espacio pictórico dominado por el desnudo del varón pero, curiosamente, no se destaca en el mismo el elemento erótico. Según Balice Hertling:
«Realiza pinturas basadas en el amor, la confianza, la honestidad, el intercambio, la amistad, la sinceridad, la intuición, el humor, la impermanencia, la ineficiencia, la pequeñez, la multiplicidad, la torpeza, la fantasía, la emoción, la fertilidad, la incomprensión, la incertidumbre, la sutileza, la armonía, la felicidad y quizás más. Valores que se han confundido con el viento que desaparece en la noche;
Cielo y Tierra, Yin-Yang, el universo; el potencial no descubierto de las sensibilidades feministas».
Debo reconocer que no soy capaz de apreciar esta amplia gama temática, pero su obra me resulta poética y, al mismo tiempo, fascinante. Sus figuras delimitadas y colores planos pueden recordar la estructura de las obras de Pop-Art, pero estos últimos no son tan contrastados o violentos. Tampoco tienen el fuerte carácter sexual de los artistas de este movimiento que suelen objetualizar el cuerpo femenino.
Para conocer algunas de sus influencias artísticas, doy la palabra a la artista en su época de residencia parisina:
«Era una gran admiradora del impresionismo hasta que tenía 18 años. Ahora he crecido un poco. Como vivo en París, lo veo todo en los museos, y no solo pinturas. También siento que he estado bastante marcada al leer Francis Bacon: The Logic of Sensation de Gilles Deleuze.»
La artista se trasladó en 2014 a los Estados Unidos y vive, desde 2016, en Amsterdam.













