Jean-Édouard Vuillard (Cuiseaux, Borgoña, Francia, 1868-1940) fue uno de los miembros más destacados del grupo posimpresionista conocido como los «Nabis» («profestas» o «iluminados» en hebreo). Se trata de un pequeño grupo implantado sólo en Francia en los últimos años del siglo XIX que, bajo la influencia de la obra de Gauguin, presta una máxima importancia al color (colores planos fuertemente delimitados por trazos más oscuros) sobre cualquier naturalismo formal y con un gran interés decorativo. Los Nabis tomaron el relevo de los simbolistas y constituyeron el vínculo entre éstos y los expresionistas del siglo XX. A este movimiento pertenecen artistas ya comentados, como Félix Valloton, Paul Ranson, Pierre Bonnard o, en escultura, Aristide Maillol. Su estilo se fue suavizando hacia finales de su vida, retratando, en particular, escenas de la vida doméstica de la burguesía del momento. Ya, antes de finalizar el siglo había pintado interiores protagonizados por su madre, su hermana, y algunas obreras del taller de corsés en el que trabajaba la primera. Quizás sean éstas sus obras más famosas. Frecuentemente en estas obras las figuras y los fondos reciben el mismo tratamiento por un artista que, según se cita en un magnífico artículo del Musée D’Orsay, comentó: «Yo no hago retratos. Yo pinto a la gente en su casa«.












