Muchos fotógrafos reflejan en sus fotografías de desnudos, cuerpos sexualmente atractivos, que satisfacen muchos de nuestros cánones de belleza, o cuerpos «normales» que muestran la dignidad (y con ella la belleza intrínseca) de la persona, independientemente de los criterios estéticos a la moda. Manabu Yamanata (Hyogo, Japón, 1959) nos muestra, sin embargo, una obra incómoda. No logro entender el significado último de su trabajo, que no parece relacionarse con un intento de ampliar nuestra percepción de la belleza a todas las formas corporales. Las páginas web que he consultado inciden en una pretendida visión budista del mundo. Chema Sanmoran comenta:

«La mirada de este fotógrafo trata de mostrarnos cuerpos que se han quedado en este mundo mientras que sus almas les abandonaron para avanzar, irremediablemente, al siguiente»

En la publicación argentina on-line RevistaDeArtes podemos leer:

«Es budista y  su mirada percibe el lado menos obvio de la belleza en cuerpos de hombres cuya alma ya ha tomado la decisión de ir al próximo estadío de su evolución. Con su cámara ha retratado ancianos en los que ha logrado captar esa belleza y dignidad que acompaña al hombre hasta el fin de su vida».

«Sus imágenes muestran, sin dar rodeos, seres en las 4 situaciones que según el budismo son la fuente del sufrimiento del hombre: el nacimiento, la vejez, enfermedad y muerte». 

Su fotografía, salvo excepciones puntuales, no me refleja esa imagen optimista, con un orgullo personal que resulta ajeno al paso del tiempo, como ocurre con los ancianos de Szydlowski. Desde el máximo respeto al cuerpo, parece incidir en los aspectos más negativos como la enfermedad física o la enajenación.