Adolf Ziegler (Bremen, Alemania, 1892-1958) fue el pintor favorito de Hitler. Su estilo heredero de ese realismo que dominó gran parte del siglo XIX, muestra formas modernistas, con una iconografía muy ligada al mundo grecorromano que le permitió enfatizar los ideales físicos de la raza aria: valientes guerreros ellos y mujeres cuya única función parece estar ligada a la reproducción y a la vida doméstica. Unas imágenes frías, estereotipadas, que dejan poco a la la imaginación. Algunos de sus colegas lo intentaron ridiculizar otorgándole el título de «Maestro del bello púbico alemán».
Formó parte del comité que clasificó la producción de toda la vanguardia artística europea como «arte degenerado» al que definió como aquel que invita
«a revolcarse en la inmundicia por causa de la inmundicia, para pintar el ser humano sólo en un estado de putrefacción, para dibujar cretinas como símbolos de la maternidad o presentar idiotas deformes como representantes de fuerza viril»








