La obra de Hermann Fösterling (Alemania, 1955) parece aunar erotismo y perversión. Su creacción, llevada a cabo, fundamentalmente, mediante la compleja técnica del heliograbado sobre placa de cobre, le permite generar todo tipo de texturas que dan a la misma un “toque incómodo” y, al mismo tiempo, seductor. Estos fragmentos corporales podemos observarlos en grandes museos de todo el mundo, especialmente alemanes y norteamericanos.