Comentaba en mi entrada anterior que, junto a la abigarrada y barroca obra de Ben Tolman que había mostrado existe otra, de pequeño formato, que se centra más en el hombre que en la arquitectura. El desnudo, esquemático ahora, es protagonista de la misma y parece reflejar una apuesta por el modo de vivir nudonaturista, frente al artificio, consumismo y violencia del mundo contemporáneo. Sin embargo, no se trata de un panfleto. La obra adopta siempre un tono reflexivo, irónico en ocasiones, y el desnudo puede mostrar a veces a un hombre indefenso frente a un entorno amenazador. No siempre resulta fácil su lectura.