La obra del pintor zaragozano Dino Valls (Zaragoza, España, 1959) ha sido objeto de numerosos comentarios en los blogs artísticos que circulan en Internet. No puede ser menos porque su obra nos atrae y nos inquieta al mismo tiempo, irremediablemente. Sus obras, muy elaboradas, muestran un fuerte conocimiento de la pintura clásicas, particularmente la renacentista, tanto de sus técnicas (pintura sobre madera, mezclas de témpera y oleo, etc.) como de las composiciones y formas. Las formas femeninas al estilo de Boticelli, a veces algo andróginas, no nos recuerdan a las de los hiperrealistas contemporáneos. En uno de los mejores comentarios que he leído sobre la obra de Valls, Juan V. Fernández de la Gala, nos habla de tres grados de ambigüedad presentes en la misma. Una primera de origen cronológico que nos impide discernir el momento histórico en el que se encuentran inmersos los personajes, una segunda de tipo sexual, que define poco las características femeninas y con ello la edad de estos personajes y, una tercera que se relaciona con la dificultad de encuadrarlas en un estilo concreto (hiperrealismo, surrealismo,…) a lo que contribuye las técnicas de ejecución comentadas.
Este pintor que se formó como médico y cirujano, parece colocar a muchos de sus personajes en un museo científico en el que se catalogan como especímenes, o sirven como modelos de anatomía o fisiología.
En otras el significado parece más oculto. Un peligro parece cernirse sobre estas mujeres que dirigen hacia nosotros una mirada triste
Composiciones típicamente renancentistas
con una fuerte inspiración en el arte religioso:
Una obra interesante, desasosegadora, que capta fácilmente nuestra atención pero que nos obliga a una relectura paciente.