En estas fechas navideñas parece que cualquier imagen debe dulcificarse, integrarse en un hipotético – por deseado – mundo mejor. Pido disculpas porque Rimaldas Viksraitis (Sunkariai, Lituania, 1954) no es un fotógrafo «bonito». No idealiza el cuerpo de los personajes, ni nos provee de una visión estética, afectiva o erótica. Su mundo es duro y los desnudos que lo integran también lo son. Muestran, en general, la desintegración social de muchas pequeñas comunidades agrícolas en el periodo post-soviético, donde conviven la pobreza, la desesperación, el alcoholismo y la locura, y parece exponerlo al modo neorrealista de Fellini, con una mezcla del tenebrismo de Goya y el delirio surrealista. Creo que sus fotos atraen y repelen al mismo tiempo y tienen algo de fascinador que nos obliga y repetir la mirada.
El artista ha participado en numerosas muestras internacionales y recibido varios galardones.