Después de haber mostrado, en mi última entrada, un ejemplo en el que el cuerpo humano es objeto de perversión con imágenes que chocan y generan malestar, doy un giro para mostrar un desnudo natural, humano, no condicionado por  consideraciones estéticas ni fuente de un debate intelectual en el que actúe como sujeto activo o pasivo de la violencia personal o social. Un desnudo que, de un modo relajado y natural favorece la comunicacion, el respeto personal e interpersonal. Naturista, en suma. Posiblemente no es arte, o quizas sí si genera un punto de reflexión sobre nosotros y nuestra sociedad. Pero no soy tan pretencioso.

Les presento unas imágenes de nuestra estancia, hace 15 días, en una casa rural en el municipio de La Guancha, en la Isla de Tenerife. Se denomina Tenerife Natura y es una casa grande, con una pequeña piscina, rodeada de grandes fincas en las que se cultiva el mango, y una pequeña granja en la que las gallinas conviven con pavos reales que se pasean libremente por la plantación y el recinto. Un lugar apartado del ruido cotidiano donde el silencio sólo es roto por los cánticos de los gallos y ocasionalmente por la «voz» de Philipe, el pavo real adulto.

No acompañó mi madre que vive usualmente con nosotros y, sin compartir la filosofía naturista, es una persona extraordinariamente inteligente y respetuosa que considera que el desnudo es una opción personal y digna.