Quizás el fotógrafo sudamericano más destacado del siglo XX, y uno de los referentes de la fotografía mundial fue el mexicano Manuel Álvarez Bravo (1902-2002). Un fotógrafo autodidacta, fuertemente comprometido con la identidad nacional mexicana, con el indígena y, en general, con mundo obrero y el hombre de la calle. Su fotografía es reflexiva, sin pretensión de espectacularidad. Del mismo dijo Diego Rivera:
«Se desprende de sus fotografías una profunda y delicada poesía, una ironía sutil y desesperada, como esas partículas que, suspendidas en el aire, hacen visible el rayo de luz que penetra en una habitación sumergida en la oscuridad»
La obra respira en ocasiones un aire surrealista. Sus desnudos femeninos suelen ser parciales, con el rostro fuera del encuadre o bien oculto por la sombra o los ropajes.
Siempre se aprecia un cuidado especial por los pequeños detalles que por su cotidianeidad pasan a menudo desapercibidos y que humanizan el objetivo fotográfico.
Algunas de sus imágenes son verdaderamente emblemáticas.