Aunque algunas de las obras de Owe Zerge (Oppmannasjön, Suecia, 1894-1983) son bastante conocidas, parece ser que todo el que se aproxima a su producción lo hace un con cierto miedo a la incomprensión. Los escándalos por pedofilia se han vuelto desgraciadamente tan frecuentes que tratar el desnudo infantil o juvenil deviene complicado por más que la obra no revista un carácter sexual. Zerge fue un pintor de paisajes, flores y, fundamentalmente retratos, en los que dominan los jóvenes (desnudos o vestidos). Educado en su país de origen, y aunque viajó por Italia y Francia, su obra no tuvo, prácticamente, evolución en el tiempo y se mantuvo dentro de un clasicismo formal que me recuerda a algunas obras de Manet. Según sus declaraciones:

«Pinto de un modo increíblemente anticuado. Pero creo que se debe ver lo que se quiere representar. Ni con la mejor voluntad del mundo puedo creer que una persona se mejora poniéndole un ojo en la frente o una nariz en el pecho»

No se si la obra tiene un carácter homoerótico o no; si, por el contrario, podemos considerarla naturista. Pienso que debe contextualizarse y, según estos contextos, la obra puede adquirir diferentes significados según la mirada que proyectemos sobre la misma. El erotismo, en una obra como ésta – de existir – lo pone el espectador.