En su propia página web, la fotógrafa Erica Simone sólo nos indica que trabaja entre Hawai y París, sin otros datos biográficos. Según LensCulture creció en Los Ángeles y se formó en París, viajando luego por todo el mundo. Sus trabajos forman parte de revistas internaciones y documentales para TV. De su propia web tomo sus propias palabras:

«Tomé una cámara a los 17 años y me enamoré. El mundo comenzó a moldearse en una composición geométrica, atrayendo mi mirada hacia reflejos de luz y complejas combinaciones de color. Las arrugas de los ancianos se convirtieron en misteriosas novelas históricas, la arquitectura a mi alrededor comenzó a transformarse en patrones abstractos, el flujo claustrofóbico de gente en la calle trajo quietud a mis propias observaciones; me encontré mirando el mundo de una manera completamente nueva.

Durante los últimos 20 años, la fotografía me ha permitido experimentar muchos extremos de la humanidad: desde los bastidores de los elaborados desfiles de moda de Nueva York hasta los bosques profundos y serenos de Camboya; desde celebridades de Hollywood hasta tribus montañeras en el Himalaya, o desde desfiles excéntricos hasta orfanatos en Sudamérica. La fotografía me ayuda a satisfacer una increíble curiosidad por la vida, a la vez que la adorna con una diversidad inolvidable».

Su obra, amplísima, se centra principalmente en el retrato y dentro del mismo podemos ver numerosas representaciones de cuerpos desnudos. En esta primera entrada (más adelante ampliaremos su visión del desnudo) voy a mostrar sólo una de sus series «Nueva York. Autorretratos de una ciudadana urbana desnuda» en la que se nos muestra sin ropa en varias ubicaciones de la ciudad gracias al uso de sensores. Al interés por la figura de la artista – ya que las autorrepresentaciones son más bien escasas en el arte – se une la «reacción» del público.