Hablar de Gregor Erhart (Ulm, Alemania, 1470-1540) es hablar, prácticamente de una única obra: Santa María Magdalena o Magdalena Penitente, también conocida como «la bella alemana». Una escultura de tamaño natural realizada en madera de tilo que se conserva en el Museo del Louvre de París. Originalmente tenía tallados en su base unos ángeles que elevaban a la santa al cielo, y se mostraba suspendida. Aunque se conservan otras tallas de este escultor, la obra que les cito es suficiente para reservar a Erhart un lugar destacado en la Historia del Arte. Tiene características únicas que permiten mostrarnos el paso del gótico tardío al renacimiento. La figura nos muestra un rostro amable, pálido y delicado, acentuado por una policromía con tonos blancos y rosa. Todo ello muy típico del periodo gótico. No así el inusual tamaño natural y, notablemente, su desnudez. Según la tradición, la santa se retiró a una cueva, cercana a Marsella, donde vivió desnuda, sólo cubierta por sus cabellos. En esta representación se destaca el carácter sensual y nos muestra una Magdalena alejada de esos cánones góticos de esquematismo y delgadez corporal, con curvas que ya se ponen de manifiesto, y una posición de las caderas que nos recuerda al contraposto renacentista. Vemos igualmente que la atención que se le concede a la cabellera incide en una mirada circular, y no frontal, de la escultura. Un cuerpo cargado de sensualidad que se contrapone con el rostro y la posición orante de las manos.


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