Continuando con nuestra narrativa, que habíamos dejado aparcada a finales del siglo XIV, vamos a fijar nuestra atención en el siglo XV. Al hablar del arte de este siglo podría parecer que se nos va a plantear un cambio en los patrones socioculturales, ya que lo consideramos como el principio del Renacimiento. Las cosas no son así. Ciertamente, el siglo XV es un periodo clave para el arte, el denominado Quattrocento. Los descubrimientos arqueológicos habidos en Italia generaron un fuerte interés por la antigüedad clásica greco-romana, lo que afectará especialmente a dos aspectos artísticos clave: la importancia de la figura humana y la ruptura de la planaridad pictórica con la incorporación de la perspectiva. El Quattrocento se desarrolló en Florencia, dominada por las aristocráticas familias de los Medici y los Sforza. A la muerte de Lorenzo de Medici el poder de Savonarola logra convertir a Florencia es una especie de ciudad-estado teocrática. De este modo, el desnudo artístico se va desarrollando más dentro de un contenido entorno religioso, que con el carácter lúdico con el que intentará representar, un siglo más tarde, los temas mitológicos. Claro está que estamos hablando sólo de Florencia o, como mucho, de Italia. Al norte, en el arte flamenco, sigue imperando el gótico tardío o gótico internacional. Pero la sociedad está cambiando. Existe una secularización creciente fruto del conflicto existente entre la iglesia romana y la sociedad civil, que pronto conducirá al gran cisma protestante.
En este marco se nos plantea nuevamente la representación de las figuras míticas de Adán y Eva. Son notables los ejemplos de las obras flamencas en la que ya nos encontramos a grandes figuras del arte que nos resultan conocidas porque sus trabajos estarán firmados. Ya el arte no será anónimo.
La imagen de Adán y Eva seguirá apareciendo en numerosos códices:
Con respecto a la pintura italiana de este siglo, sólo he podido encontrar pocas referencias:












