De la obra fotográfica más clásica y antigua a la de última actualidad. Les muestro hoy a una jovencísima fotógrafo: Evelyn Bencicova (Bratislava, Eslovaquia, 1992).
La obra suele estar bañada de una luz fría, blanco-verdosa que ilumina y dibuja los cuerpos envolviendo a unas figuras enigmáticas. No resulta fácil comprender qué ocurre en sus escenarios. Veamos, por ejemplo, este primer grupo de fotografías que corresponde a su serie «Ecce Homo». Cuerpos sin rostros, sin identidades, incluso sin una clara distinción de sexo, en un contacto asfixiante. Pudieran tener un carácter dramático pero no necesariamente. La autora confiesa que su mayor influencia pictórica viene de Géricault, el conocido autor decimonónico de «La balsa de la medusa». Los cuerpos apiñados y retorcidos la evocan, pero opino que más que dramatismo hay ensoñación, onirismo.
Ese tono ausente, presente en toda su obra, contribuye a que ignoremos siempre el significado último de las acciones que nos muestra, imponiendo siempre una distancia entre la escena representada y el espectador de la misma.
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Las dos primeras tienen mucho dramatismo en mi opinión.
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